La Gestión Forestal Sostenible consiste en la administración y uso de los bosques y los montes de manera y en tal medida que mantengan su biodiversidad, productividad, capacidad de regeneración, vitalidad y su potencial de cumplir, ahora y en el futuro, funciones ecológicas, económicas y sociales relevantes, a escala local, nacional y global, sin causar daño a otros ecosistemas.

LA GESTIÓN FORESTAL ES UNA NECESIDAD INELUDIBLE

Sólo se puede amar aquello que se conoce. Las personas dedicadas profesionalmente a la gestión de los montes desde el convencimiento del buen hacer forestal y la vocación de servicio, saben que trabajar en el monte supone llevar a cabo un manejo responsable de los sistemas forestales para procurar la obtención y el mantenimiento de las materias primas y otros recursos forestales intangibles, a la par que comprometido con la conservación y mejora de ésos mismos recursos.

¿Es realmente necesaria la Gestión Forestal?

Podemos considerar la Gestión Forestal como una actividad evidentemente necesaria, pero también moralmente obligatoria, pues de otra forma en lugar de aprovechar racionalmente los recursos de que disponemos aquí, generando además empleo y riqueza, destinamos divisas para adquirirlos en bruto o procesados en terceros países, muchos de los cuales explotan a su vez sus recursos forestales sin una adecuada técnica que garantice el mantenimiento de sus bosques, o sin respetar unos mínimos de seguridad para los trabajadores, o ni tan siquiera la propiedad legítima de los productos.

¿Qué es la Gestión Forestal Sostenible?

La Gestión Forestal Sostenible consiste en la administración y uso de los bosques y los montes de manera y en tal medida que mantengan su biodiversidad, productividad, capacidad de regeneración, vitalidad y su potencial de cumplir, ahora y en el futuro, funciones ecológicas, económicas y sociales relevantes, a escala local, nacional y global, sin causar daño a otros ecosistemas. Esta es la definición que se dio en la Conferencia Ministerial de Helsinki en 1993[1].

En la actualidad podemos distinguir dos elementos que conforman en nuestro entorno la gestión forestal:

  • Los sistemas de certificación
  • las herramientas de gestión

Ambos están estrechamente relacionados, pero en esencia son muy diferentes.

LOS SISTEMAS DE CERTIFICACIÓN

La Certificación Forestal es el proceso mediante el cual un organismo independiente refrenda que la gestión forestal que se lleva a cabo en un monte o grupo de montes cumple con una serie de criterios ambientales de conservación, socialmente adecuados y económicamente viables. En definitiva, se trata de una auditoría llevada a cabo por terceros, mediante la aplicación de una serie de criterios que se contrastan con la gestión del monte objeto de certificación.

Existen diversos sistemas de certificación, algunos con aplicación en ámbitos delimitados geográficamente, y otros que se aplican globalmente. En la actualidad, hay dos estándares de gestión forestal sostenible reconocidos internacionalmente:

PEFC (Programme for the Endorsement of Forest Certification) es una organización paraguas que aglutina a los sistemas de certificación forestal nacionales.

El proceso de certificación de los estándares reconocidos por PEFC no lo lleva a cabo el propio PEFC, sino que corre a cargo de organismos independientes acreditados.

FSC (Forest Stewardship Council) es una organización sin ánimo de lucro con el fin de fomentar una gestión responsable de los bosques del mundo.

LAS HERRAMIENTAS DE GESTIÓN: LA SELVICULTURA Y LA ORDENACIÓN DE MONTES

La certificación en sí misma no aporta elementos técnicos de gestión, que son los conocimientos y las formas de ejecutar las operaciones para lograr los objetivos que se plantean en cada rodal, en cada monte, o en cada comarca. Las herramientas clásicas de GF son la selvicultura y la ordenación de montes.

La selvicultura estudia y define los tratamientos culturales que hay que aplicar a las masas arboladas para conseguir una determinada estructura de masa forestal que proporcione los bienes y servicios buscados, de forma sostenible. Esta tarea no se refiere exclusivamente a la producción maderera, sino que puede orientarse al cumplimiento de diversos objetivos tales como la mejora de hábitat para especies amenazadas o de interés, la producción micológica, la restauración hidrológico-forestal o la mejora paisajística.

Para las especies principales, aquellas que presentan un interés especial en razón de la extensión de sus masas fundamentalmente, se han desarrollado modelos de gestión orientados a la obtención de determinados productos. Estos modelos de selvicultura son válidos generalmente para comarcas donde las condiciones climáticas y del suelo presentan unos valores más o menos homogéneos y dentro de determinados rangos.

También se aplican técnicas selvícolas para la mejora de hábitat de especies amenazadas. Por ejemplo la apertura de claros en bosques de montaña para favorecer un estrato subarbustivo de especies fruticosas, orientado a facilitar la alimentación del urogallo en las épocas desfavorables, o al desbroce y clareo de antiguos cantaderos para inducir su recuperación por parte de machos reproductores.

La Ordenación de montes es un proceso de planificación que se instrumenta mediante documentos técnicos: los proyectos de ordenación o los planes técnicos de gestión. La diferencia entre ambos radica en la extensión y el contenido del documento, y se justifica por una mayor menor complejidad asociada generalmente a la productividad y usos del monte.

El proyecto de Ordenación es el documento técnico en el que se justifican y planifican las actuaciones necesarias para conseguir un objetivo concreto y predeterminado mediante el manejo de las masas forestales. De forma general, los objetivos básicos que debe cumplir toda ordenación son tres:

  • La persistencia y estabilidad de las masas: Las cortas de arbolado buscan estos propósitos mediante aclareos que mejoran la estabilidad frente a riesgos como derribos por viento o incendios, y las cortas de regeneración buscan la renovación de la masa mediante la diseminación natural.
  • El rendimiento sostenido: no se trata de cortar un año mucho y luego abandonar las prácticas una temporada, sino repartir las tareas de forma regular, año tras año, mediante la ejecución de planes anuales de aprovechamientos y mejoras para cumplir con la planificación a medio y largo plazo.
  • El máximo de utilidades: se trata de compatibilizar los distintos usos del monte, estableciendo prioridades entre usos alternativos, y organizando su ubicación y programación temporal para procurar un uso armónico en el espacio forestal. Actuando sobre el vuelo arbóreo, disponemos de la principal herramienta para transformar la estructura del sistema forestal, razón por la que preferentemente se centran las actuaciones en la organización de las cortas, pero considerando el resto de los usos que concurren en el monte: pastoreo, caza, conservación, etcétera.